¡Los negocios digitales no tienen límites de fronteras! Ahora mismo, desde donde usted está sentado, leyendo este artículo, puede conectarse para hacer una reunión de negocios con una persona en cualquier lugar del mundo. No se equivocó Marshall Mcluhan, el “profeta de la era digital”, cuando, en la década de los sesenta, predijo que seríamos una “Aldea Global”. Digamos que la distancia no es una limitante para hacer negocios. Lo que en ocasiones nos puede jugar en contra son las barreras de la idiosincrasia cultural en el negocio digital. ¿Sorprendido? Pues entonces continúe leyendo.
Cuando conversamos con personas de otras latitudes se pueden generar barreras de tipo religioso, cultural, entre otras, las cuales pueden hacer fricción a la hora de negociar. Eso ocurre por el contexto en el que cada grupo humano se desarrolla; y porque hay sociedades que están orientadas hacia el logro y otras que están orientadas hacia el poder.
La idiosincrasia cultural en el negocio digital
En las sociedades orientadas al poder, no importa cuánto la persona se esfuerce en obtener las credenciales que le permitan ser una autoridad en alguna materia; lo que más importa es cuánto se puede lograr con el poder y con los círculos con los que se está conectado. Generalmente círculos económicos o políticos donde los que los títulos, o los grados académicos, pasan a un segundo plano.
Por el contrario, las sociedades orientadas hacia el logro, valoran las credenciales que las personas hayan cultivado a lo largo de su carrera, independiente de su poder económico o incluso político. En estas sociedades las personas obtienen un estatus dentro de la escala social, aun cuando no ostenten poder económico alguno. Se toman en cuenta sus méritos, logros y la experiencia obtenida.
Entendiendo el punto anterior, uno de los paradigmas a superar es romper la barrera cultural para poder llegarle a la gente y lograr que hagan lo que necesitamos; bien sea como clientes, empleados, socios o como aliados comerciales. En ese sentido, tenemos que desarrollar una visión global de las cosas; aprender cómo se mueve la cultura en torno a los clientes potenciales, socios o aliados que queremos captar. Por ejemplo, los latinos solemos invitar a almorzar a nuestros prospectos para cerrar un negocio. Mientras que, para los estadounidenses, la comida ideal para cerrar un negocio es el desayuno.
Para colocar un ejemplo de algo que puede ocurrir, imagínese que por razones de trabajo, debe ir a dirigir el área comercial de una empresa en la India, en dónde la mitad de sus subordinados serán indios, un cuarto serán africanos y otro cuarto serán asiáticos. ¿Qué les parece ese reto? Bueno, pues en función de ello debemos prepararnos para ser cada vez más globales, culturalmente hablando.
Para negociar con las personas o incluso para gerenciar personal, debemos conocer el entorno cultural de las personas con las que vamos a tratar. En resumen, si usted se lleva sus reglas, las que lo han hecho exitoso, las que le han funcionado siempre; y no está dispuesto a superar los paradigmas, está condenado a quedarse en el camino. La ventaja de nuestro mundo globalizado radica en que podemos educarnos, investigar, preparáramos o simplemente contratar a alguien con la suficiente versatilidad para ayudarnos en esa tarea.